Al entrar en un negocio especializado en venta de artículos de ajedrez se me estrujó el corazón. Es que al ver unos viejos libros de ajedrez expuestos sobre una mesa, escritos en el antiguo lenguaje descriptivo, me devolvieron a aquel mundo ajedrecístico de mi juventud. En el mostrador, el vendedor que estaba jugando una partida on-line con su tablet, me preguntó:
– ¿Qué desea, señor?
– Jugar una partida sobre un tablero de ajedrez, y empiezo con "peón cuatro rey" –, le contesté con una sonrisa.
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