Sentado en el parque me invade de pronto la nostalgia cuando veo como las hojas de los árboles que se desprenden en el otoño, se acumulan indefensas en el piso, a merced de la voluntad del viento. Tal vez se deba a los recuerdos de los días de mi niñez cuando venía a este parque con mi abuelo, donde pasé momentos muy gratos de mi existencia. Me buscaba a la salida de la escuela y luego de almorzar, me llevaba al parque a disfrutar de la tarde soleada de otoño. Allí, luego de pasar por los diversos juegos y la calesita, nos poníamos a jugar en una de las mesas de ajedrez, mientras sorbía la leche chocolatada del termo, y nos rodeaban las hojas amarillas de los árboles que caían a nuestro alrededor.
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