Cuando el famoso ajedrecista volvió a su casa después de disputar su último torneo, uno más de una larga lista por el mundo, se sentó a hablar con su esposa.
— Hoy pensé en mi amor por el ajedrez cuando vi la grandeza del universo por la ventanilla del avión y recordar que el número de jugadas que pueden hacerse, es mayor que todos sus átomos —, le dijo sonriendo.
Ella lo miró a los ojos con mucha tristeza.
— Creo que era mejor que hubieras pensado en nosotros —, le contestó.
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