13/9/21

¡Viva la reina!

Ante los ojos del humilde peón se desarrollaba la partida de ajedrez. Por lo bajo, las piezas de su ejército comentaban el rostro amargo que tenía la reina. Los ojos casi cerrados, la palidez de su rostro eran la imagen propia de la desolación. Un peón, al verla así, pensó que si distraía a la reina invitándola a un paseo, podía ayudarla a recuperarse. Entonces, acercándose a ella le propuso: 

-¿Queréis acompañarme a pasear hasta el final de este camino, alteza?

La invitación del peón provocó que las piezas indignadas se llevaran una mano a la cabeza. “¿Podría aceptar, la reina acompañar a un vasallo?".

Y ante la sorpresa general, la reina, envuelta en un estado de ensoñación,  aceptó su propuesta. Pero mientras avanzaban, la reina comenzó a sentirse muy mal y cuando estaban por llegar al final del camino, el peón se percató de su muerte.

Entonces, avanzó un paso y ofrendando su vida por ella, les gritó a las piezas del tablero con todas sus fuerzas:

-¡La reina ha muerto! ¡Viva la reina!

 




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