Desdichados son todos ustedes que están cautivos en el tablero y jamás podrán tener autonomía propia, se jactó el Rey. No más que tú, que también estás cautivo y que ni por un segundo dejarás de ser siempre el objetivo a vencer en todas las batallas, le contestaron las piezas de ajedrez. El tablero observaba la discusión indiferente, aunque por dentro le daba la razón a las piezas.
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