El prestigioso maestro nunca podrá olvidar ese hermoso juego de ajedrez que le había pedido de regalo a Papá Noel, cuyo paquete había descubierto aquella mañana junto al arbolito de Navidad cuando él era pequeño.
Aquel día, lo sacó con cuidado del envoltorio y acarició el tablero con los dedos, apreciando su aroma a nuevo. Luego fue sacando las piezas de la caja una por una y las fue observando con mucho detenimiento sobre el tablero. Finalmente las fue retornando suavemente a la caja. Entonces, al guardar la última, les dijo a sus padres que lo miraban con una sonrisa, que quería escribirle una nueva carta a Papá Noel para que le enseñara a jugar al ajedrez.
Fue desde ese momento que se le despertó la pasión por el ajedrez, y ahora ese viejo juego lo acompaña como un preciado recuerdo de su vida. Al observarlo con cariño descansando en la vitrina junto con los muchos trofeos obtenidos, el maestro piensa que en realidad, fue ese juego quien aquel día lo recibió a él como regalo de Navidad.
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