Si
por un momento Dios me diera la potestad de poder reinar sobre el
tablero del mundo, trataría que la humanidad pueda vivir en paz, en un mundo donde impere la libertad y la justicia,
rodeada de bienestar y felicidad.
Un mundo donde no haya
discriminación, por color de la piel, sexo, nivel social,
nacionalidad, creencias religiosas, o formas de pensar. Un mundo sin
guerras ni odios, donde las diferencias siempre se diriman sentados
juntos en la mesa del diálogo. Un mundo en el que prive el sentido
de la hermandad, y la solidaridad social. Un mundo de
trabajo donde se haya erradicado el hambre y la pobreza.
Un mundo
donde la ciencia siga evolucionando para vencer a las enfermedades y
que en su desarrollo tecnológico no afecte al medio ambiente. Un
mundo donde prive el amor y que las únicas ambiciones del alma del
hombre sean la educación, la cultura, el arte y el deporte. Un
mundo donde todos los seres humanos sean iguales ante la ley, puedan
unir sus manos entre sí y cantar por siempre la palabra libertad.
Si
Dios me obsequiara la potestad de poder reinar en el tablero del
mundo, cuantas cosas buenas podría hacer para la humanidad. Pero lamentablemente solo soy
un rey del juego de ajedrez y como ha terminado la partida porque me han dado jaque mate, ahora me están guardando en la caja, envuelto tristemente en la
oscuridad y el silencio.